El periodista perfecciona y templa sus sentidos de los valores morales en el diario ejercicio de juzgar a los hombres y valorar los hechos.
Para el periodista honesto los contenidos de los mensajes deben mejorarse y orientarse adecuadamente, con seriedad y responsabilidad en la información, con respecto a la dignidad de las personas, evitando quedar entregado a la fuerza sugestiva de los estímulos tentadores y quedar dependiente de ellos.
El periodista, honesto a carta cabal, jamás apela a la pasión irracional, al oportunismo político, a las criticas con "propina" y las acciones innobles.
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